Luisa Granero Sierra nace en Barcelona en 1924 en el seno de una familia muy humilde de origen andaluz. La Guerra Civil, y más la postguerra, hacen mella en su infancia y primera juventud marcadas por la miseria hasta el punto de no poder ir al colegio hasta pasados los nueve años.
Pero la vida de Luisa Granero es una historia de fuerza, de tenacidad y de superación personal que encuentra en el arte y, más concretamente en la escultura, el motor para sobrepasar cualquier obstáculo y dejar de ser una muchacha sin futuro en el Barrio Chino barcelonés para convertirse en una artista reconocida con numerosos galardones, además de Catedrático y Doctor de la Facultad de Bellas Artes –siendo la primera mujer que gana la cátedra de escultura- así como miembro de la Real Academia de Santa Isabel de Hungría, de la de San Fernando de Madrid, de la Real Academia de Sant Jordi o de la National Sculpture Society de Nueva York.
Barcelonesa y mediterránea, como ella misma se definía, la escultora respira un ambiente artístico desde sus primeros años al ser su madre y su tía modelos de Ramón Casas.
Aquel ambiente determina su camino en el arte siendo primero modelo de artistas como Clará, Llauradó, Vila Arufat, Otero, Llimona o Teresa Condeminas y Lluis Muntané, matrimonio de pintores que, al conocer las inquietudes artísticas de la futura escultura, tutelan su entrada en la entonces Escuela Superior de Bellas Artes de Barcelona.
Luisa Granero Sierra nace en Barcelona en 1924 en el seno de una familia muy humilde de origen andaluz. La Guerra Civil, y más la postguerra, hacen mella en su infancia y primera juventud marcadas por la miseria hasta el punto de no poder ir al colegio hasta pasados los nueve años.
Pero la vida de Luisa Granero es una historia de fuerza, de tenacidad y de superación personal que encuentra en el arte y, más concretamente en la escultura, el motor para sobrepasar cualquier obstáculo y dejar de ser una muchacha sin futuro en el Barrio Chino barcelonés para convertirse en una artista reconocida con numerosos galardones, además de Catedrático y Doctor de la Facultad de Bellas Artes –siendo la primera mujer que gana la cátedra de escultura- así como miembro de la Real Academia de Santa Isabel de Hungría, de la de San Fernando de Madrid, de la Real Academia de Sant Jordi o de la National Sculpture Society de Nueva York.
Barcelonesa y mediterránea, como ella misma se definía, la escultora respira un ambiente artístico desde sus primeros años al ser su madre y su tía modelos de Ramón Casas.
Aquel ambiente determina su camino en el arte siendo primero modelo de artistas como Clará, Llauradó, Vila Arufat, Otero, Llimona o Teresa Condeminas y Lluis Muntané, matrimonio de pintores que, al conocer las inquietudes artísticas de la futura escultura, tutelan su entrada en la entonces Escuela Superior de Bellas Artes de Barcelona.
Aún no teniendo muchas veces ni para comer –en la Escuela la conocen como “la chica del membrillo” porque a menudo sólo lleva esa fruta como comida- Luisa Granero entrega su alma a la creación y consigue, con apenas 18 años, exponer su primera escultura en la Exposición Municipal de Barcelona.